María Concepción Celis y Yudy Andrea Figueroa, dos generaciones diferentes, unidas a través de puntadas llenas de amor por el trabajo comunitario y cosedoras de sueños de mujeres en La Montañita Caquetá.

En el 2004 María Concepción, más conocida como ‘doña conchita’ junto a otras 75 mujeres decidieron conformar el grupo asociativo El Porvenir, dedicado al corte y confección de uniformes y todo lo relacionado con la  costura. En el garaje de su casa improvisaron un pequeño taller y poco a poco fueron hilando mejores condiciones, remendando aquellos proyectos fustrados que habían iniciado individualmente… y así como se desgatan las ruidosas maquinas, algunas de las emprendedoras, sencillamente se agotaron, quedando el grupo reducido a diez.

Con el paso de los años la salud de doña “conchita”, empezó a desmejorar, el declive de su liderazgo fue entonces la oportunidad para que su hija Yudy se iniciara en el mundo de los hilos y las agujas, pero también de la asociatividad, en una puntada perfecta se anudaron las dos generaciones para dar continuidad a este coser cargado de esperanza.
¿Cómo se pasa de una generación a otra? 
Crecí viendo el liderazgo de mi mamá, ella ya no podía ser la que lideraba ni seguir como la representante legal, por su estado de salud, así que cuando propusieron unanimidad que fuera yo la que las representara, asumí esa tremenda responsabilidad, pensando que era una oportunidad para generar algunas transformaciones y mantener en el fondo ese bonito legado.
¿Cuál es el prinicipal cambio?

El nombre, porque no sabíamos claramente por qué se llamaba El Porvenir, hoy nos denominamos “cosiendo sueños”, porque es lo que nosotras hacemos todos los días, es además la fuente de ingresos de todas por más de 15 años, ha sido el camino a cumplir algunos de sus sueños, entonces hoy en día seguimos cociendo por los sueños de nosotras y de nuestros hijos.

¿Cómo mantener este legado?

Cómo no llevar este legado, yo amo el trabajo comunitario, sabía que para las mujeres de la asociación era muy importante sostenernos, seguir permitiendo que tengamos un aporte, cada una de nosotras somos parte de la otra, nosotras somos una familia, en este taller están los sueños de más de diez (10) familias, las esperanzas, acá puedo ejercer divinamente mi carrera, estoy estudiando contaduría y me seguiré formando por construir más fuerte esta familia.

 

“Nosotras acá cosemos sueños, bordamos historias y desatamos los nudos de cada día”.
Historias como estas se cosen todos los días en el departamento, madres emprendedoras hilan procesos y ahí están las nuevas generaciones involucrandose, proponiendo formas innovadoras de hacer las cosas, complementado la tarea de lideresas tenaces capaces de mantener en pie comunidades enteras. Su valentía se convierte en la voz de aliento de mujeres y hombres, Caquetá tierra de madres lideres que confeccionan sueños y remiendan perfectamenteel futuro.